martes, 25 de noviembre de 2014

La Gran Guerra en el arte austrohúngaro

III Jornadas de Cultura y Literatura Húngaras, en las que aún sin asistir he hecho mi correspondiente aportación, el tema que he propuesto es sobre el enriquecimiento que para los neutrales supuso la llegada de intelectuales huidos de la guerra, bien de forma definitiva ( Orbók y Révész)o solo temporal durante el conflicto (Max Nordau)

La I Guerra Mundial o la fertilidad literaria de los huidos en los países neutrales                                                    

 

Que la tragedia de la guerra haya sido en ésta como en tantas  otras contiendas fuente de inspiración de profusa literatura no es decir nada, que consagre autores que gracias a la desgracia bélica produjeran obras maestras de la literatura universal tampoco sería añadir mucho. Más sugestivo y difícil de rastrear es dar con obras de mérito cuyos autores protagonistas de su relato autobiográfico no son más escritores que de su único libro de vivencias. Son obras de camuflada existencia con las que topas casualmente, comprobando a continuación que del descubierto autor no existen ni más obras y ni siquiera referencias biográficas, solo su única y magistral narración inspirada por la guerra.[1] [2]

  Junto a estas aisladas fertilidades literarias directamente propiciadas por la guerra en la que su autor toma parte y  que en todo caso son difíciles de catalogar, hay una fertilidad muy acotada a nuestro ámbito húngaro/español que es la que la guerra genera de forma indirecta por la migración que el país recibe como potencia neutral, al ser refugio definitivo o de estancia temporal durante el conflicto, de intelectuales de países beligerantes que huyen de la guerra. No se trata de que su producción cultural se refiera como tema a la guerra en la que no toman parte y de la que han huido, o que hagan un paréntesis en su creatividad, se trata de que ellos  se incorporan de lleno y con éxito a la vida cultural del país de acogida.

  Avanzado el verano de 1914  España iba a ser el destino definitivo  de dos jóvenes intelectuales húngaros  y de sus mujeres Andor Révész (Galgóc 1890- Madrid 1970) y  Lóránd Orbók (Bratislava 1884- Barcelona 1924) que al decir de Oliver Brachfeld   “…lograron escapar del campo de concentración internándose en España…”.[3]

 La nota común a ambos es que contrariamente a lo que se percibe en la literatura de subsistencia muy propia de la vida de bohemia del escritor emigrado o refugiado, desbordado por las penurias tanto en la guerra como en la paz, nuestros hombres tuvieron una vida profesional  exitosa  desde pronto, especialmente brillante por su longevidad la de Révesz, escritor de variado género y periodista de renombre en el ABC hasta su muerte.

Muestra de la importancia de Révész es el interés que aún despierta, de tal forma que está próxima a publicarse un libro bilingüe húngaro/español sobre su figura y que se titulará “Andrés Révész. Un puente en una Europa dividida” de Fernando Díez Pérez e Ignacio Szmolka Vida y del que los autores nos  han facilitado parte, fuente  de la cual podemos beber sin pudor.   Al hilo del aspecto que tratamos nos interesa partir del hecho motivador de acabar nuestros dos húngaros  refugiados en España, y lo es  por su presencia en París en el fatídico verano de 1914 junto a  varios   jóvenes intelectuales húngaros: ellos dos, y los que peor suerte corrieron Aladár Kuncz y el citado Andor Németh [nota5] entre otros, todos ellos  amantes de la cultura francesa pero ciudadanos de un país enemigo desde la declaración de guerra.

 Aunque el detalle de si Révesz marcha a París de vacaciones o becado de estudios, como al parecer lo fue, puede ser relevante. Lo significativo ahora para nosotros y como recoge F.Díez escrito por el propio Révesz, es que de no haber estallado la guerra, lo lógico es que  hubiese sido un catedrático de instituto o de universidad en Budapest y España se habría privado entonces de sus traducciones, de sus obras y de su quehacer periodístico.[4]                                    

                                      

La afirmación de Brachfeld “…lograron escapar del campo de concentración internándose en España…” resulta de más tensión dramática, pero puede que sea tan sólo un recurso literario para el caso de Révesz que  debió sufrir simplemente la restricción de libertad de un confinamiento con obligación de residencia en una población, de la  cual huyó. El magistral “Monasterio negro” [Fekete Kolostor] de Kuncz [5] relata esa angustiosa primera quincena de agosto en que tras decretarse la movilización algunos de los residentes de países enemigos pudieron ser repatriados pero otros no. Révesz recomendó a Kuncz y a Németh a que solicitaran el permiso de residencia que aquel había conseguido para París, no lo hicieron fueron evacuados y finalmente internados.

En todo caso, evadidos o huidos de su confinamiento Révesz y Orbók llegan cada uno por su lado a España. Kuncz precisa mejor la acción: escapar de Francia. “Recibí cartas de España, de Andor Révész y Loránd Orbók. Los dos habían logrado escapar de Francia.”(ob.cit.pág.420) La cronología de la  separación de los cuatro amigos en agosto de 1914 es difícil de desentrañar. Kuncz y Németh debieron ser menos audaces y más confiados con las instrucciones de las autoridades francesas que finalmente les acabaron internando. Y Révesz  sin poder precisar las circunstancias, huyó a España con su mujer. Kuncz y Németh parece que se despiden antes de éste pues en la narración se alude a que se separa de él los primeros días de la guerra y que logra huir por sus contactos y la astucia de su mujer (ob.cit.pág.420-421).

De Orbók  relata Kuncz que en la estación de Lyon (París) se despidió de él y de su novia (ob.cit.pág.32). Kuncz y Németh confiados se fueron al consulado austro-húngaro y siguieron las instrucciones del cónsul de estar a lo que dispusieran las autoridades francesas. En Monasterio Negro se da cuenta de las vicisitudes de la fuga de Orbók y su novia Jeannette, que Kuncz califica de novelesca (ob.cit.421). Internado en un campo montado en las ruinas de un circo romano del sur, estuvo meses hasta que su novia logró sacarlo y obtener permiso para quedar confinados en un balneario bretón, luego la hábil mujer consiguió otro  para trasladarse al sur cerca de la frontera española, de donde huyeron siendo descubierto él al llegar al puesto fronterizo e internado en una prisión militar unas semanas hasta que al fin una persona influyente le facilitó la huida a España. ¿Quién fue esa persona?, ¿fue Alfonso XIII? al que le dedica su obra teatral, ésta sí de ambiente bélico, “Rayo de sol”,  en agradecimiento a lo que por él hizo durante su cautiverio. Desconocemos el alcance exacto de en qué el Rey ayudó a Orbók. En Palacio existió una oficina de mediación o contacto para búsqueda de personas prisioneras, desaparecidas o evadidas de ambos bandos, con un personal de 25 personas dedicadas a gestionar las solicitudes de ayuda sobre información de los desaparecidos y prisioneros.[6]

En la citada pieza teatral se ensalza al rey de España como “Padrecito de los heridos y prisioneros[7]

Que Orbók no estuvo en el Monasterio Negro de l’île de Noirmoutier (Vendée) parece claro, aunque hay quien también lo sitúa allí como en el castillo de Saumur, a 237 km del otro que en esa época era prisión.[8]

Las habilidades sociales y recursos de todo tipo de los dos huidos y por supuesto de sus novias  debieron ser muchas, no solo por la exitosa carrera de ambos en España[9], sino más aún nos preguntamos cómo dos jóvenes húngaros tienen acceso al rey Alfonso XIII, ya que Révesz le logra  entrevistar,[10] y Orbók también accede al monarca, solicitando también al rey su mediación para liberar a Kuncz y que a éste la consta: …”incluso recurrió al rey para conseguir mi liberación” (ob.cit.pág.422), expresión que puede significar tanto ser recibido en audiencia  real como solicitar por escrito esa mediación.

 De la trayectoria de Révész en España poco tenemos que decir ante la próxima publicación de la obra anunciada, no así de Orbók que su figura merece más recuerdo del que ha tenido. [11]Afincado en Barcelona hasta su pronta muerte el 20 de junio de 1924 siguió su carrera como autor teatral de éxito, incluso con obras que aunque no traducidas por él, solo se publicaron y estrenaron en catalán, como “El Germà del mestre”: farsa en tres actes: Salvador Bonavía, 1920 Escena catalana. Segona época, o  “Stevenson, L´hoste mil-lionari”, noviembre de 1918. O bien en ambas versiones, la española a cargo de Francisco de Viu, como “Casanova”,La Farsa,Madrid 1930 y en catalán como  “El Cavaller de Seingalt” : comèdia en tres actes, Barcelona : Impr. Ràfols, [1919?]La Novel·la teatral catalana. Representándose con éxito en inglés en Nueva York un año antes de la muerte de Orbók. Las tres piezas en catalán fueron traducidas por Carles Capdevila.
                                 

                                                                                

 Cuarenta y cinco años después de su muerte el  diario La Vanguardia, del jueves 11 de diciembre de 1969 publicaba en la página 59 una pequeña y curiosa nota en la sección Mesa de Redacción, con el título de ¿Qué sabe usted de Azértis? Refiriéndose al escritor húngaro Lóránd Orbók .La nota de prensa aludía a un estudio que en Budapest se hacía del mismo y daba un contacto en Barcelona al que se pueda facilitar información sobre sus años de articulista con el seudónimo de Azértis.                                                

Pero la fertilidad para la cultura española en este caso también para la catalana, iba  a ser también la de su mujer, nacida en París el 20 de febrero de 1889 con el apellido Détré, Jeannette o Yanka D´Orbók falleció en Barcelona el 18 de noviembre de 1975  y ya en 1917 la descubrimos como articulista: "La mujer y el trabajo" en La Correspondencia Alicantina de 28 de setiembre de 1917. Es además corresponsal de Le progres de Lyon cuando en agosto de 1932 realiza una interviú al presidente de la República Manuel Azaña. Y en 1963 con 74 años aún publica una obra de género femenino como “Tú éxito” editorial Bruguera. Temática que era de su interés ya que unos años antes escribió un artículo con el título de "El heroísmo de la mujer", Ilustración Femenina, n. 319, 1957.            

                     

                                    

                                                      

 La IGM supuso el refugio e instalación definitiva en España de Orbók y Révész, pero también propició el refugio temporal  culturalmente productivo de algún otro intelectual austro-húngaro.  En aquellos su  hungaridad es manifiesta, y en otros resulta  atemperada por el uso del alemán como lengua vehicular, que era según parece el de las clases intelectuales budapestinas en generaciones anteriores, es el caso de Max Nordau (Budapest 1849- París 1923), quien estuvo refugiado en España toda la guerra al seguir siendo ciudadano austro-húngaro aunque residiese en París desde 1880.

Con frecuencia es difícil categorizar la nacionalidad de los intelectuales  centroeuropeos de hace un siglo, aunque hoy lejos ya de apenarnos de ello habría tal vez que alegrarse de que su multiplicidad nacional y lingüística haya devenido en un signo adelantado de una Unión Europea que aún no existía, por lo que verdaderamente se merecían tal vez el gentilicio a secas de europeos. Nordau con sus 60 registros de entrada en la Biblioteca Nacional entre 1885 y 2013, y con reediciones o nuevas traducciones de algunas de sus obras, como "Cuentos a Maxa" 1914,1961, 2011 y 2013, o "Degeneración", reeditada en 2004 merece recuperarlo de su hungaridad olvidada, aunque sea solo territorial. Por muy poco tenemos que revisar nuestra teoría del primer húngaro traducido al español (Jokai 1887), ya que en los registros de la BN hay dos obras anteriores de Nordau, de 1885 y 1886, pero una es en italiano y la otra en francés. Pero no obstante hay que colocarlo a la par que a Jokai, pues su primera obra en español curiosamente es también de 1887:"Las mentiras convencionales de nuestra civilización". Librería Gutenberg,  Madrid. 1887.

                                               

Su hungaridad probablemente sea sólo geográfica, pues además de ser categorizado como médico alemán en el comentario reciente de la última edición de "Cuentos a Maxa" de El desván de Hanta. Barcelona: "...Max Nordau, el sesudo médico alemán..." (Enero 2014), lo que parece cierto es que la lengua vehicular de sus libros era el alemán, que era la lengua culta de Hungría en su juventud, y por propia herencia, ya que el padre era un rabino prusiano afincado en Pest.

Prueba de lo anterior es que sus inicios literarios en su época estudiantil en Budapest fueron en un periódico en lengua alemana de su ciudad natal, el  PESTER LLOYD. La Enciclopedia Judía lo reseña como literato y filósofo austríaco nacido en Budapest, y en el ABC de 18 de setiembre de 1914 se le cita  como  "...el famoso publicista que como se sabe es austro-húngaro, pero de origen judío español...". Origen cierto o no que no le venía mal difundir ya que a consecuencia de la guerra y aun viviendo en París desde 1880 sus simpatías las mantuvo con las potencias centrales por lo que se trasladó a España huyendo de la guerra y probablemente de algún posible internamiento, como el que tuvieron en Francia nuestros otros protagonistas.

Su afamada figura en aquellos momentos en la madurez de su carrera y con muchas publicaciones a sus espaldas, lo muestra el que su llegada a España fuese noticia en sí misma, ABC de 21 de setiembre de 1914 y La Vanguardia del mismo día: "Se encuentra en Madrid Max Nordau, el autor de "Las mentiras convencionales de la civilización". Parece que Max Nordau piensa vivir en Madrid hasta que termine la guerra". No parece que en esos años  tuviese una triste existencia de refugiado, ya que la prensa da noticia de conferencias dadas por nuestro autor, con éxito de público: ABC de 8 de noviembre de 1914 en el Ateneo (en francés) y ABC de 3 de enero de 1915 en la Casa del Pueblo (en español). Recogiéndose además algunos comentarios del autor sobre la Guerra o su asistencia a otros eventos culturales o meramente sociales.                                                  

 

Su polifacética figura le hace aún más atractivo al ámbito español, pues propiciado por su estancia en España escribió "Los grandes del arte español" Arte y Letras, Barcelona.1921 e "Impresiones españolas", Arte y Letras, Barcelona.192?; esta última reeditada en 2006. Aunque en realidad, Nordau ya había visitado España en 1875, pero gracias a su exilio español recorrió Andalucía y el País Vasco, de donde reunió el material de sus Impresiones españolas[12].Y aunque es otra historia, en el aporte cultural de los huidos de la guerra no se debe olvidar a su hija Maxa, (1897-1991) pintora  que debía estar en sus inicios cuando con 17 años llega a España con sus padres, llegando a ser  discípula de José María López Mezquita  (1883 -1954) en Granada y colaborando  con ilustraciones en  revistas y libros  desde 1918.[13]  

  Pero  lo que literariamente nos interesa y no poco por avalar la idea de esa fertilidad literaria en el país de acogida es la publicación en España nada más llegar de “Cuentos a Maxa” versión castellana de Carmen de Burgos Seguí;[14] ilustraciones de R. Lorenzale. Barcelona. Araluce, [1914?], lo sorprendente es que la versión original  en francés Contes pour Maxa no fue la primicia editorial, sino la española, no publicándose en francés hasta 1929,[15] y esta vez con las ilustraciones de la propia Maxa a quien su padre había dedicado originalmente la obra. Además los relatos han tenido mayor difusión en España que en Francia, aquí encontramos otra edición de 1963,[16] pero en España además de la original de 1914, como decíamos hay  otras en 1961,2011 y 2014 todas en la única traducción de Carmen de Burgos. [17]

                                                         

 Pasada la guerra y retornados a Francia la fama de los Nordau no se extinguió porque  la muerte de Max en París en 1923  no pasó desapercibida en los ambientes culturales españoles, aunque fuese para considerarlo como "celebridad marchita",     La Vanguardia de 30 de enero de ese año, en su pág. 14 que  recoge un largo comentario sobre el escritor en un  artículo firmado por un tal Andrenio.



[1] Entonces comprendes comentarios como el de la nota aclaratoria del traductor de “Tempestades de acero” de Ernst Jünger (Editorial Tusquets, Barcelona 1998), al decir Pascual Sánchez: “Como tantos otros centenares de millares de adolescentes en casi todos los países, Ernst Jünger se presentó voluntario para acudir al frente el mismo día que estalló en Europa la guerra”; o como dice unas líneas más arriba, para la generación de Jünger esa guerra “...fue no sólo un suceso capital, sino el verdadero cimiento de sus existencias”.
[2] Una obra de este género autobiográfico, única que encontramos del autor sería “Y la vida continua” de A.N Pavloff, editorial Luis de Caralt. Barcelona 1947. Del ejemplar que tenemos, por la dedicatoria en español que el autor dedica al comprador treinta años después estamos también en un caso de la fertilidad literaria a que nos referimos, además de que la obra está escrita originalmente en español y no en ruso, lengua natal del autor y del territorio donde transcurre el relato.
[3] Prólogo a su traducción “Reservado para una tertulia”, Andor Németh editorial José Janés .Barcelona 1948, pág.7.
[4] De la obra de Révesz “Cualquier tiempo pasado ” editorial José Janés ,Barcelona 1947, pág. 41
[5] KRK Ediciones 2012.Oviedo. Traducción de Éva Cserháti y Antonio Manuel Fuentes Gaviño.
Frente a la exitosa huida a España de Révész y Orbók,  Aladár Kuncz (1885-1931) Andor Németh (1891-1953) corrieron peor suerte aunque al decir de Oliver Brachfeld, “Aquellas prisiones sirvieron mucho intelectualmente a los profesores y literatos, si bien físicamente les fueron moliendo y triturando, hasta tal punto que es una maravilla que pudieran hacer aún algo interesante en la vida….” (ob.cit.pág.7). Monasterio negro sí que es literatura  consecuencia directa de la guerra. La imprescindible obra sobre el espacio concentracionario tiene la particularidad de no referirse al confinamiento siberiano zarista o soviético, o al lager nacional-socialista, sino que se trata de un espacio concentracionario en el seno de la civilización francesa de la que los internados  eran fervientes admiradores.
 El 27 de noviembre escribe Kuncz al Prefecto de La Vendée y termina mencionando la decepción del odio que reciben de un pueblo al que admiraba. El pobre Kuncz ni siquiera pide la libertad sino la posibilidad para él y sus compañeros de poder realizar su trabajo intelectual.
Poco antes de morir se publicó el libro y fue traducido al francés en 1937.La obra por las razones que podemos suponer ha tenido menos difusión en el ámbito francófono, o al menos es más fácil de encontrar en inglés o italiano.
En el ámbito español Brachfeld la cita como ya hemos  visto en ese prólogo de 1948. De nuevo se la menciona, y esta vez como parte del relato en la novela de Gabor Von Vaszary (1897-1985) “Kuki” .editorial Bruguera 1968, pág.253: “Quien no sepa lo que significa estar a la sombra en Francia, debe leer El monasterio de Noirmoutier, de Aladár Kuncz.” Pero la  obra no vería la luz en español hasta 2012. Libro necesario en su género y cuya importancia no es proporcional a su escasísimo éxito de ventas.
Kuncz no tuvo la suerte de sus dos amigos refugiados en España, pero el mundo tuvo a cambio, la suerte de tener Monasterio negro, una fertilidad literaria más de la desgracia bélica.
[6] Révész corresponsal del diario budapestino  Az  Est remite a su país un artículo sobre las actividades de dicha oficina en el Palacio de Oriente, donde se entrevista con sus responsables que le dan cuenta de casos concretos de gestiones exitosas realizadas para comunicar a las familias de los prisioneros  el paradero de estos. [Osztrák-Magyar Szemele 15 abril 1917]
[7] Rayo de sol”. Ediciones Insula.Barcelona.1918,pág.13
[8]  Éva Kemecsei en su trabajo “Lorenzo Azértis, un húngaro rebelde” así lo relata, y añade más  Con la ayuda de Hjalmar Branting, un socialista sueco y Hervé, un socialdemócrata francés consiguió escaparse del castillo de Saumur pero unos meses después le detuvieron otra vez.  Pudo librarse de la prisión con la condición no regresar nunca a Hungría. No tuvo otra posibilidad que huir a España”.
[9] Orbók ya era bien conocido en Hungría al estallar la guerra. En el mismo otoño de 1914 mientras estaba prisionero en Francia, en el teatro Alegría de Budapest se representaba con triunfo clamoroso  [À Tünder] El hada, según palabras del traductor al español Luis Almerich de [ A Pillango] La mariposa. Ínsula 1918. Barcelona, publicación que al decir de la editorial se retrasó un año debido a la guerra mundial: “…pero las terribles circunstancias creadas por la guerra, amenazando gravemente  a la industria editorial, nos obligó a un paréntesis que hoy cerramos, sino porque hayan variado materialmente las circunstancias, cuando menos por avizorarse ya en lontananza el iris de paz.”
[10] Le Figaro de 20 de junio de 1916 da cuenta de la entrevista de Révész al monarca español, éste es sabedor de que ha sido nombrado coronel honorario del 38 regimiento de Infantería de Budapest y habla de él como propio.  En la próxima publicación sobre Révész ya mencionada encontramos información del mismo Révész como objeto de noticia: “El diario La Acción -germanófilo, monárquico, católico y con «alto sentido patriótico»- edita su primer número el 28 de febrero de 1916. Poco después, el 14 de mayo, aparece la primera referencia de Révész en España: Se halla en Madrid el ilustre periodista húngaro, doctor en Letras en la Universidad de Budapest y representante del gran diario de la capital de Hungría Az Est (La Tarde), Mr. Andrés Révész (…). Es persona cultísima, y como tal, poseedor de una inquietud exquisita, que ha puesto bien a prueba en nuestro país, estudiando con gran amor su lengua y sus costumbres con tanto provecho, que ya habla casi a la perfección el castellano,….”.
[11] Nuestro interés por Orbók precisamente lo provocó un  olvido muy poco justificable cuando a raíz de una mesa redonda en La Biblioteca de Cataluña el 14 de febrero de 2011 sobre el tema de la exposición que en ese momento ofrecía la biblioteca "ESCRIPTORS HONGARESOS A LA BIBLIOTECA DE CATALUNYA", ni fue expuesto ejemplar alguno de sus obras, ni siquiera citado cuando era la propia BC la que poseía  ejemplares  de la obra de Orbók. Exposición además que podía ser exhaustiva y no solo de muestra representativa.   
 
[12] En “La primavera chunga de Max Nordau”, Fernando Iwasaki. ABC de Sevilla de 29 de junio de 2009, se da cuenta del viaje de Nordau a Andalucía.
Lo que no hemos podido aún desentrañar es si tal como hemos encontrado en alguna referencia, en esos años de exilio tuvo la residencia fija en Madrid independientemente de sus viajes a otros lugares de España. Podemos encontrar referencias de “…Expulsado de Francia con su esposa Anna y su única hija Maxa, residió en una buhardilla madrileña desde la que prosiguió su obra literaria….” http://www.nodulo.org/ec/2005/n043p05.htm . U otras menos halagüeñas “La guerra de 1914-18 le obligó, al haber continuado siendo ciudadano austriaco, a refugiarse en España, donde vivió en la soledad y alejado de la familia durante más de cinco años, y publicó en Barcelona una Historia de la pintura española.” http://www.biografiasyvidas.com/biografia/n/nordau.htm , referencia sin duda inexacta, pues al menos su hija estuvo en España con él esos años de la guerra.
¿Le expulsaron o marchó por propia iniciativa para evitarse problemas debido a la nacionalidad?
 También nos cabe una elucubración muy atractiva y que vincula a nuestros protagonistas, ya que en Madrid estaba Révész y ambos eran judíos, y aunque generacionalmente podían ser padre e hijo nos preguntamos si se conocieron o tuvieron algún contacto, pues aunque Nordau era un intelectual consagrado ya entrando en la vejez, el joven Révész supo introducirse bien en el mundo cultural desde el primer momento y no desaprovecharía probablemente contactar con su compatriota.
[13] Al decir María del Carmen Simón Palmer “Esta niña, Maxa, será ya en 1918 una famosa dibujante, ilustradora de libros….”.ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura CLXXXVI EXTRA JUNIO 2010 157-168.
 
[14] Carmen Burgos Seguí (1867-1932), no solo debió traducir la primicia no publicada en francés sino que defensora de la comunidad sefardita se refirió a Maxa, como misionera sefardita, y años después escribió sobre la tumba definitiva de Max Nordau en Israel. (ob.cit.nota 13)
[15] Editions KRA. París
[16] Presses du Temps Présent. París. También con las ilustraciones de Maxa.
[17] Barcelona: Araluce : [Edit. Cooperativa Popular, 1961; Madrid : Hebraica, 2011; [Barcelona] : Desván de Hanta, D.L. 2013